¡Bienvenidos!

Una recopilación de entradas referentes a la cultura clásica, centradas en el tema de la muerte y la religión, os espera...

23 febrero 2009

Sacrificios Romanos


Religión, superstición y magia no tienen una delimitación concreta en el mundo romano. Las prácticas mágicas importadas de Oriente fueron fácilmente aceptadas.


Lo que más satisfacía a los dioses, según las creencias eran los sacrificios y, por tanto, constituían el acto más importante de culto. En el ritual doméstico eran incruentos por tratarse generalmente de ofrendas de frutas, vinos y alimentos. Pero en el culto público eran corrientes los sacrificios cruentos. En ellos no cabía la improvisación, todo estaba minuciosamente reglamentado. Cada divinidad mostraba su predilección por una clase de ofrendas. Unos pretendían frutas, otros animales y algunos llegaban al extremo de pedir un sexo o color determinados, o que el animal se encontrase en circunstancias concretas tales como que fuese lactante, que estuviese castrado, preñado...


Una vez elegido el animal era dirigido al altar rodeado de guirnaldas y cintas. Ya ante él se le echaba por la cabeza migas de "mola salsa", masa hecha con harina y sal, para purificaro.


Después de degollada la víctima y dejada a la vista las entrañas, entraban en escena los arúspices, sacerdotes de origen oriental que se encargaban de examinar el estado de las víscerasToda anomalía observada en ellas era interpretada como signos de mal agüero y suponía que la víctima fuera rechazada y se ofreciese otra. Aceptada la víctima de los arúspices, se quemaban las entrañas y el resto de la carne se asaba y se ofrecía a los asistentes.


El sacrificio ofrecido a los dioses, especialmente en la inauguración o restauración de un templo, solía ser llamado suovetarilia, consistente en la inmolación del cerdo, una oveja y un toro. Este tipo de sacrificio lo solían realizar también algunas familias hacendadas en honor a Marte, dios de la guerra y de la fecundidad, para invocar su protección sobre la cosecha y el ganado.


Cuando las desgracias persistían, se interpretaban como que los dioses no estaban satisfechos, y ofrecían el sacrificio llamado hecatombe por los griegos (cien bueyes), a pesar de que los romanos llegaron a sacrificar muchos más.


Un remedio extraordinario contra grandes males, contemplado en los libros Sibilinos, era la primavera votiva. Se trataba de una promesa consistente en ofrecer a Júpiter el sacrificio de todo ser animado que naciese entre ellos durante la primavera, si el dios concedía lo que le pedían. Si explícitamente no eran excluidos, los niños también entraban en la promesa. Pero como consideraban demasiado cruel sacrificarlos, esperaban a que fuesen adultos y los desterraban para siempre.


Los sacrificios humanos eran extraños, aunque hay testimonios escritos de que se realizaban. Y a pesar de haber sido prohibidos por decreto del Senado en el siglo I a.C., consta que algunos emperadores siguieron con la práctica.


En Roma, la mayor parte de los cultos tenían un marcado carácter estatal, a pesar de lo cual la vida de los romanos estaba impregnada de religiosidad de uno u otro signo. Ello facilitó la aceptación por parte de este pueblo de otras creencias procedentes de otros lugares.


La información la he obtenido del libro que me facilitó mi profesor de latín y griego "Así vivían los romanos", cuyos autores son J. Espinós, P. Masiá, D. Sánchez y M. Vilar. En cuanto a la foto la he obtenido de google.

No hay comentarios: