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23 febrero 2009

Adivinación Romana




Los vaticinos y la adivinación era parte importante de la vida y la religión de los romanos, a quienes preocupaba el conocimiento del futura de la voluntad de los dioses. Por ello, antes de tomar cualquier decision o emprender cualquier empresa importante se consultaba al augur, que indicaba si sería propicia o no la acción a realizar, según la voluntad de la divinidad a la que hubiese consultado.


Los augures eran los sacerdotes especializados en presagiar acontecimientos. Interpretaban la voluntad de los dioses a través de diferentes tipos de señales: el vuelo de las aves era satisfactorio si procedía de la parte izquierda del augur y si no se quebraba antes de perderse de vista, y nefasto si procedía de la parte contaria o cambiaba la dirección mediante la observación del vuelo. También presagiaban cosas funestas las aves que volaban a poca altura, al contrario de las que volaban muy alto. Una observación más sencilla era la forma de comer de los pollos sagrados que los augures cuidaban en una jaula. Indicaban mal auspicio si se mostraban inapetentes o al comer dejaban caer restos.


Además de esta forma de augurar, que ni decir tiene que provocaba la ironía de muchos romanos, los augures interpretaban los sueños, así como las respuestas de los oráculosy preveían la ira de los dioses, aconsejando sobre cómo protegerse de ellos.


Los sacerdotes llamados decenviros, que en principo fueron dos y más tarde quince, tenían la función de interpretar los libros Sibilinos, guardados celosamente de la curiosidad del pueblo. La importancia que se daba a estos libros se pone de manifiesto en el hecho de que los sacerdotes necesitaban la autorización del Senado para consultarlos. Eran tres libros de profecías que, según contaban, había vendido la sibila de Cumas al rey Tarquino el soberbio y qué éste depositó en el templo de Júpiter. A ellos se acudía solo en circunstancias extraordinarias para interpretar los prodigios de carácter adverso, como podían ser las epidemias, los terremotos o los grandes desastres en la guerra, y aplicar las prescripciones que allí se daban, aunque para ello también necesitaban el consentimiento del Senado.




La información la he obtenido del libro que me facilitó mi profesor de latín y griego "Así vivían los romanos", cuyos autores son J. Espinós, P. Masiá, D. Sánchez y M. Vilar. La foto es procedente de google imágenes.

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